El Disfraz


En la playa, las noches son mas intensas. Se viven con los sentidos aumentados. Esa noche en particular el cielo brillaba con la luz de millones de estrellas, una brisa suave refrescaba la noche, la arena en mis pies descalzos era un placer que no podría empezar a definir, su textura de millones de diminutos granos deslizándose entre mis dedos eran un placer, fría y seca al mismo tiempo, era una prueba fehaciente, un recordatorio, de que estamos vivos y que gracias al tacto sentimos en la piel,  como solo siente un ser humano, con recuerdos y emociones.

Hablar de piel puede significar muchas cosas y en este caso, además de referirme a ese órgano que cubre nuestro cuerpo, quiero hablar también de aquella compenetración que llegamos a sentir, con otra persona, en un momento determinado de nuestras vidas.

Muchas veces hablamos de piel para referirnos a un disfraz, o cuando menos a un camuflaje, que utilizamos para enfrentar una situación cualquiera, en algún momento  de nuestras vidas o para aparentar ser algo que no somos. Existe una frase que reza: “como lobo en piel de cordero”. Esta frase nos indica que debajo de las apariencias, puede existir algo que se esconde, y que la persona de apariencia mas dulce y cándida, puede ser en realidad no serlo.

En esta vida, donde nada es blanco o negro absoluto, sino por el contrario, según la situación, encontramos ante nosotros un abanico en degrade con todos los tonos de gris, a veces por necesidad o por conveniencia, debemos utilizar una piel ajena,  que nos permita vivir, o por lo menos sobrevivir,  de la mejor manera posible.

Yo particularmente ya tuve que vestir una que otra piel que en su momento me sentaron y para ser honesto hubo un par de ocasiones en que lo disfrute, la emoción de pensar que puedes ser otra persona, totalmente diferente, es un golpe de adrenalina, una emoción comparable, en mi caso, con el sexo o con la velocidad.

La primera piel que tuve que vestir fue la de esposo que luego mutó para convertirse en piel de padre, que para ser honesto, aunque no me gustó la primera, la segunda es la que mejor me queda; el de esposo era un disfraz pesado que me ahogaba, su diseño tenia como finalidad limitar mis movimientos y evitar que pudiese escapar.  La segunda piel, en orden de importancia, fue la de funcionario, esta piel no fue mas ligera que la primera y además tenía como agravante el hecho de que la motivación era económica, por lo que para mi, era lo mas parecido a un disfraz de puta que se pueda imaginar.  Era una carga pesada que lleve durante el tiempo que fue necesario y ni un minuto mas.

Durante un tiempo estuve desnudo, vistiendo solo mi piel original, pero esta no era ni de mi total agrado y resulto no ser del total agrado de eso que en las comedias románticas llaman “Romantic Interest”.  Motivado por esa enfermedad llamada amor, decidí ser mejor persona y emprendí el camino de dejar los vicios y mañas para tratar de crecer y madurar, pero resulto que entre mas me alejaba de mis “viejas practicas” mas sentía que no era yo, el cambio aunque positivo me hacía sentir como quien usa un traje prestado, que no le termina de cuadrar.

Una vez mas me encontré a mi mismo usando un disfraz, solo que esta vez era un disfraz de “Gastón bueno” y aclaro que no es que sea malo, o que disfrute viendo el sufrimiento ajeno, muy por el contrario, disfruto ayudando y siendo solidario, siento un profundo respeto por los demás y me complace ver a la gente feliz y siendo exitosa, pero en este caso se me pasaba la mano de edulcorante,  desgraciadamente yo disfruto de fumar un cigarrillo mientras me tomo un whisky, me encanta decir una mala palabra en el momento preciso y si, lo confieso, si veo a una gorda caerse, me voy a reír.

El gran problema de esa etapa fue querer vivir a la altura de unas expectativas que no eran mías y desafortunadamente ese el problema de un montón de gente que conozco.  Vivimos con un disfraz hecho a las medidas de las expectativas de los demás y vamos perdiendo nuestra esencia. Durante mi primer divorcio, mi esposa de esa época me reclamaba pues había llegado a detestar lo que ella llamaba mi esencia, sin darse cuenta de que lo que percibía, no era mas que el reflejo del disgusto que sentíamos mutuamente, después de años de pretender ser algo que nunca fuimos, para llenar las expectativas ajenas.

Hoy puedo decir satisfecho que “lo que ves es lo que hay” y me siento feliz de ser lo que soy y de estar en el lugar en el que me encuentro.  Finalmente aprendí a aceptarme como soy y a entender que siempre habrá gente a la que no le gustará mi forma de ser y trataran de cambiarme.  También aprendí a alejarme de esas personas que quieren “moldearte” a la imagen de sus expectativas y sobre todo a estar conforme con el hecho de que ni todo lo que parece bueno, es bueno para mi y ni todo lo que parece malo debe ser desechado sin haberlo probado aunque sea una vez.

Mientras me tomo este whisky y me fumo este Belmont sigo disfrutando de las cosas simples, del aquí y del ahora, por que mañana esas estrellas no brillaran igual, esta brisa no será la misma y la arena en mis pies tal vez no se sienta igual que hoy, por que aunque todo lo demás permanezca invariable, yo después de este momento nunca seré el mismo. 

Vayan y tomen el mundo por asalto, diviértanse, sean felices y recuerden siempre, que no hay piel que sustituya la propia.

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