Fin del Mundo

Estos días un buen numero de personas, tienen la expectativa de que el 21 de diciembre, se producirá un fenómeno que significará el fin de algo que no terminaron de explicarme bien y el comienzo de otra cosa que menos todavía me supieron definir.

En cualquier caso sería el cierre de un ciclo que comenzó hace cientos, tal vez miles de años y que implicaría cambios en la energía y la aproximación de los seres vivientes a una nueva realidad planetaria o alguna pendejada de esas que la gente se inventa para darle a su existencia la trascendencia de la cual carece.

Lo cierto es que el fin del mundo ocurre todos los días de una u otra forma, para millones de personas alrededor del mundo, recuerdo como durante los primeros años de mi vida, el mundo se circunscribía a la carrera Iraq de la urbanización Alta Vista, hasta que un día mis padres decidieron que la casa era muy chica y nos mudamos con todos los peroles a la calle Vizcaya de la urbanización los Olivos.  

Aquel día mientras viajaba en la parte de atrás de la camioneta pick up de un amigo de mi padre, sabía que aquel mundo que conocí, disfrute y sufrí, había acabado, de una vez y para siempre.

Cada vez que experimente un cambio de estos sustanciales en la vida, mi mundo acabo y otro mundo diferente, mas amplio, se abrió ante mi, haciendo ver a estos mundos decadentes como reproducciones burdas de una realidad mucho mas brillante, grande, amplia.  Nunca pude regresar a estos mundillos, pues cada día siento mas que solo existieron en mi mente, y al recordarlos, lo hago con una óptica revisionista y dejando de lado todo lo negativo, enfocando mis esfuerzos por recordar, solo en aquellos eventos que me produjeron placer o alegría y permitiéndome de esa forma estar en paz conmigo mismo, con los hechos y con los personajes que hicieron parte de estas comedias, producidas con muy bajo presupuesto y con guiones tan palurdos como inverosímiles.

Y es que no exagero cuando digo que fueron guiones que rayaron en el mas absoluto cliché, como aquella historia de los novios adolescentes que se casan solo para llevar una existencia miserable y que luego de muchos años, la relación termina por que la protagonista huye con el brujo que le leía los caracoles, o aquella historia otra de un adolescente rebelde que tocaba la guitarra eléctrica y fumaba marihuana para escapar de una realidad tan pero tan aburrida y repetitiva que muchas veces pensó en quitarse la vida solo por no tener que repetirse una vez mas, en ese loop infernal que es la vida en los suburbios.

Hubo, por supuesto, momentos de alegría en mundos inventados, como aquel tiempo en aquella ciudad de 600 mil habitantes, escondida en el medio de unas montañas fantásticas, iluminadas por el sol, que era una reproducción de aquellas ciudades tranquilas y apacibles sobre las cuales leí historias, ocultas en libros olvidados de la biblioteca de mi abuelo, durante tardes de ocio que viví en aquel planeta misterioso y lleno de sorpresas, que quedaba en la esquina de la calle 71 con la Av. 14A en el numero 13A-59.

Aquel mundo que existió en mis sueños y por un tiempo, en una realidad paralela, carente de lógica y plagada de ilusiones, de esas que nublan el entendimiento.

Este mundo, como todos los demás, llegó a su fin eventualmente, pero tuvo un final en dos actos, el primero cuando lo abandonamos físicamente y el segundo cuando regrese a la realidad de la cual quería escapar.  

El mundo, se termina cada día para cientos de miles de personas por asuntos mucho mas mundanos, se termina para los padres que ven morir a sus hijos en manos de la delincuencia, se termina para el trabajador que pierde su puesto de trabajo, para el empresario que pierde su empresa, para el amante traicionado y para el político que no consigue los votos en una elección.  Todos los días el mundo se acaba cuando el sol se pone y nos vamos a dormir.

Pero de la misma forma, cuando el sol rompe en el oriente, un nuevo mundo se crea, un mundo lleno de nuevas posibilidades y para conquistarlo solo tenemos que tener la disposición a dejar ir lo que ya no nos corresponde y aceptar lo nuevo que viene a llenar nuestro nuevo mundo entendiendo que todo lo nuevo tendrá la misma condición de impermanencia que lo que acabamos de dejar atrás, por que la vida es así, nada deja simplemente de existir, sino que por el contrario esta en constante transformación.

Yo por las dudas este viernes me despediré de mis afectos como lo hago todos los días, mandaré un abrazo a mis amigos queridos y pediré la bendición de mis padres, llamaré a mis hijos y les diré que los quiero y los extraño y luego me dedicare a agradecer al universo por el privilegio de ser y estar, pero sobre todo de haber compartido existencia con gente tan maravillosa, miserable o simplemente nula, como la que me toco y sobre todo por haber llegado a un punto donde finalmente puedo simplemente dar las gracias y seguir adelante sin importar que tan grande haya sido el daño o la ofensa.

Después me sentare con un un whisky a pensar y seguramente a conversar con algún recuerdo y juntos, mi recuerdo y yo, celebraremos el día del juicio final, el Apocalipsis Maya o simplemente un viernes mas de muchos por venir.



 

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