El médium
Sentados alrededor de la pesada mesa de madera antigua, curtida por los años y marcada por cada sesión que había presenciado, el bombillo rojo alumbrando tenuemente la habitación, un frío sepulcral que me producía espasmos incontrolables y la cara de terror de algunos de los presentes, el cuadro no podría ser mas extraño y el grupo imposible que fuese mas variado.
Doña Maria Di Giacomo había cerrado temprano la "Trattoria Romana" con la excusa de una consulta medica, para tratar de comunicarse con el finado Sr. Di Giacomo, unos papeles extraviados necesarios para resolver un tema de la sucesión la obligaron a romper su rutina y acercarse a la casa de Mateo, el médium que llevaría adelante esta sesión.
Juan Francisco queria pedirle consejo a su madre, Francisca, que llevaba mas de siete años fallecida, pero con la que aun no había roto el lazo que los unió desde el momento en que fue engendrado y hasta ese día terrible, cuando soltero, cuarentón y desempleado, tuvo que ser un hombre por primera y única vez en su vida, encargarse del papeleo, arreglos para el funeral y subsecuente entierro de su madre muerta.
Yo por mi parte vine a tratar de resolver las cosas con el fantasma de mi ex mujer, Gloria, quien en vida fue una mujer maravillosa pero que después de muerta desarrollo una paranoia y unos celos enfermizos que habían convertido mi viudez en un infierno, no puede nadie imaginar lo difícil que resulta dormir en una habitación de hotel con el fantasma de una mujer quejándose toda la noche.
Y es que mi vida se había convertido en una especie de paramnesia permanente de una vida no vivida, por que mi vida con Gloria fue maravillosa, desde el día que la conocí, pintando aquella escena de la Puerta del Sol en su Madrid natal, hasta el momento de su muerte casi 30 años mas tarde, en un dispensario del seguro social a las afueras de Punto Fijo, después de un viaje a los medanos de Coro.
Ella fue la mujer de mi vida, una compañera excepcional, comprensiva, amiga, amante sensual, preocupada y atenciosa, jamas me dio motivos para reclamar, aunque debo hacer la aclaratoria, jamas le di motivos para reclamarme. Nuestro idilio, transcurrió con una felicidad y armonía que solo acontece en las historia que se leen en blogs perdidos de literatos de cafetería.
Pero ahora por algún motivo que no podía entender, en lugar de seguir hacia la luz, ascender a otro plano o simplemente reencarnar, decidió mantenerse en este mundo y atormentarme constantemente de la forma mas abyecta y despiadada.
Sus "apariciones" eran cada vez mas frecuente, no limitadas ya al terreno onírico, que en vida ocupo sin competencia alguna, sino que cada vez se hacían mas tangibles, yendo desde los lamentos espectrales (cliché de fantasma novelesco) hasta la destrucción de objetos que le parecían extraños o que simplemente no reconocía.
De esta forma pude ver como mi Iphone amaneció estrellado contra una pared de la sala, mi laptop hundida en el lavaplatos y una foto con compañeros de trabajo tomar fuego espontáneamente mientras bebía el café de la mañana. Teniendo en cuenta el costo de estos bienes materiales y el peligro de un incendio de mayores dimensiones, decidí tomar cartas en el asunto, al principio tome el camino regular, me dirigí a un amigo cura quien luego de llamarme ignorante y ante mis suplicas lastimeras, decidió acompañarme, hacer un par de oraciones y lanzar un poco de agua bendita en la sala, cosa que me pareció completamente inútil, pues Gloria como buena católica a la vieja usanza, no perdía ninguna oportunidad para ir a la iglesia, siendo ritual obligatorio persignarse en la entrada con agua bendita; Debo decir que esto solo la hizo enfurecer, esa noche mientras dormía, el ventilador del techo cayó a centímetros de mi miembro, como advertencia imagino yo, dejando un hematoma de dimensiones considerables.
Después de varias "consultas" con entendidos en la materia, alguien me recomendó a Mateo, un médium brasileño que había sido muy famoso a finales de los años setenta pues ayudo a la PTJ a descubrir el paradero de los cadáveres de los "morochitos Sepulveda", hijos de un industrial Yaracuyano, secuestrados por miembros de la "familia pobre" de su segunda esposa. Mateo tuvo una gran notoriedad entre la sociedad venezolana y especialmente en los círculos artísticos y políticos de la época, que por alguna razón siempre se terminan cruzando, creo recordar inclusive un programa matutino donde Mateo daba recomendaciones sobre la vida a madres, señoras de servicio y uno que otro vago ocasional que se encontrara viendo TV a media mañana.
Al igual que las hombreras, la laca y el glamour de la cocaína, Mateo fue condenado a desaparecer con la década de los ochenta, languidecio mansamente hasta convertirse en este anciano que no podía ocultar sus modales excesivos, esa cara de "marico serio" que utilizan algunos gays para ocultar su condición llegada cierta edad, que se dedicaba a conectar a los vivos con sus seres queridos.
A mi lado se encontraban, respectivamente, un negrito con cara de malandro que "necesitaba" preguntarle a su difunto socio donde había dejado cierto paquete que necesitaba con urgencia y una mujer joven que no había declarado sus intenciones, pero que a juzgar por las miradas que cruzaba con el médium se podía intuir que era parte del acto que a continuación nos tocaría presenciar.
Mateo había entrado a la sala vestido pulcramente con un traje negro de esos que solo se ven en funerales, a pesar de su edad se mantenía delgado y con ese aspecto saludable que otorga una vida sin preocupaciones mundanas, las cortinas cerradas, un aire acondicionado sobredimensionado, junto con la decoración victoriana, daban al recinto la sensación de estar en Londres, siendo que estábamos en la California norte y el calor de la semana santa hacia estragos en horas del día; bajo la intensidad de las luces, encendió un velón negro en el centro de la mesa y comenzó a pronunciar una oración de bienvenida, solicitando la asistencia de los espíritus protectores para la sesión a punto de comenzar.
La cara de los presentes, intuyo la mia también, era de asombro y temor. Cuando Mateo terminó de orar tomo una resma de papel y un bolígrafo "Mongol" amarillo que chocaba a la vista y contrastaba con la escenografía dispuesta para la sesión. Nos pidió que pusiésemos las manos sobre la mesa y acto seguido cerró los ojos para entrar en trance.
La primera en manifestarse fue Francisca, inmediatamente Mateo comenzó a psicografiar a toda velocidad con una mano, mientras con la otra lanzaba los papeles escritos a Francisco que aterrorizado no alcanzaba a revisarlos. Una vez cesó la intervención del espíritu, Mateo abrió los ojos, se levantó hacia un rincón de la habitación y le pidió al hombre que se acercara, Francisco aun tembloroso y con los papeles en la mano se acerco al médium que con rostro severo le hablo como reprendiendo a un niño, aquel hombre corpulento no se contuvo y comenzó a llorar desconsoladamente saliendo de la habitación con los papeles apretados con fuerza contra su pecho.
El mediúm regreso a su asiento, pidió disculpas a los presentes y haciendo una oración breve retomo la sesión invocando a cualquier espíritu que se encontrase presente a manifestarse. Pasaron varios minutos, no se cuantos, sin que ocurriese nada, solo el ruido del aire acondicionado rompía el silencio de la sala, hasta que repentinamente un espasmo en Mateo indico que "algo" había ocurrido.
Esta vez el restro de Mateo se transfiguro, adquiriendo facciones mucho mas duras, casi imposibles de imaginar en aquel hombre afeminado y breve. Acto seguido se volteo, ojos cerrados, hacia el negrito a mi derecha y comenzó a hablar con ese slang carcelario que solo entienden los marginales. Le dio un par de indicaciones, le hizo unos cuantos reclamos y finalmente después de una discusión acalorada que pensé podía terminar en una balacera donde probablemente terminaría encontrándome en persona con Gloria, por que la realidad es que el pendejo siempre se lleva el tiro por alguna ley divina que no pude entender todavía, le informo el paradero de aquel paquete misterioso.
Nuestro amigo con cara de delincuente se levanto de la mesa con la urgencia de quien sabe que las horas son contadas y la muerte espera en cada esquina, abrazo al médium, aun en trance, saliendo luego disparado a toda velocidad de la habitación.
La efectividad de Mateo no podía ponerse en duda, el tipo llevaba una efectividad altísima, algo que me alentaba a seguir adelante y por la cara de la nona que tenía enfrente a ella también.
El retorno del trance fue mucho mas lento que la vez anterior, seguramente el espíritu del malandro dio unas vueltas por la memoria del médium para robar lo que le fuese atractivo a la vista, algunas costumbres no se pierden con la muerte, pensé mientras trataba de no pensar en el frío que me tenía tullido.
En ese momento reparé por primera en el hilo musical que tenue amenizada muy por debajo del ruido del aire, Wando cantaba de forma casi imperceptible aquella canción fogo e paixão. Lentamente Mateo fue recuperando su compostura, en un punto pude reparar que mientras recobraba la conciencia sus labios cantaban el coro de la canción, claramente se entendía aquella estrofa "você é luz, é raio, estrela e luar, manha de sol, meu iaiá meu ioió...".
Una vez recobrado su aspecto sereno y completamente consciente nos invito a agradecer a los espíritus guías por la asistencia, nos pidió a los presentes que nos acercásemos, quedando los cuatro en un solo lado de la mesa.
Doña María no podía ocultar la cara de impaciencia, definitivamente esto era mucho mas de lo que estaba dispuesta a soportar, toda la vida estuvo arreando a Vittorio, desde aquella mañana de domingo cuando lo conoció allá en aquel pueblo en las afueras de Bergamo, Italia. Su difunto esposo era uno de aquellos hombres que necesitan una mujer como María para salir adelante, ella con su carácter fuerte y temperamento de sargento fascista, se lo trajo hasta el nuevo mundo a rastras, fundó el primer restaurante en el centro de Caracas, cuando Perez Jimenez era presidente y Venezuela el país mas progresista de America. Después con la década de los ochenta, convenció a su marido de vender aquel local y mudarse a uno de los nuevos centros comerciales del este de la ciudad en un ejercicio de visión comercial que pocos podrían imaginar en una mujer que paso la vida preparando gnocchi y ravioli.
María era pues una mujer que había tomado para si el peso de sacar adelante una familia numerosa y un marido que a pesar de tan pendejo era la luz de sus ojos.
Mateo comenzó a concentrarse nuevamente y tomando aquel bolígrafo amarillo comenzó a psicografiar nuevamente. Perdón, fue la primera palabra que apareció en aquella hoja en blanco, doña María torció los ojos en señal de reprobación, aun después de muerto Vito seguía comenzando cualquier conversación con ella disculpándose, no podía creer que aun en el otro mundo, siguiera siendo el mequetrefe que siempre fue. Con el pulso tembloroso, intuyendo la molestia de María, el espíritu de Vito continuo con la retahíla de disculpas y explicaciones sobre el paradero de aquellos documentos, el anciano en su descuido los había llevado consigo a una reunión en casa de un paisano dejándolos olvidados encima de una repisa.
María sentia como la rabia crecía dentro de ella, un odio que nunca sintió antes y ahí con sus mas de setenta años y su aspecto de nonna apacible se levantó del asiento y en un perfecto español caraqueño con un fuerte acento italiano, le dijo al pobre Vito hasta del mal que se había muerto, la mujer con su rostro rubio y rechoncho enrojecido por la ira continuó insultando a su marido hasta que la mano de Mateo dejo de moverse y subrepticiamente abrió los ojos. La cara de asombro del médium al conseguir aquel rostro perlado de sudor, rojo de ira, gritándole a centímetros del rostro fue algo que difícilmente olvidare, era la perplejidad y el asombro personificados.
Doña María al darse cuenta de que Vito no estaba mas en la habitación, se calmó, recobró la compostura y se sentó en su asiento pidiendo disculpas por su comportamiento. Mateo la trato de confortar diciéndole algunas palabras aunque todos logramos entender su explosión de furia, aún después de muerto Vito seguía siendo un pusilánime incapaz de entablar una conversación con María como un hombre, sin disculparse por todo y asumiendo la posición de hombre en esa relación por alguna vez en la muerte (pues en vida nunca lo consiguió).
Cansada por su estallido y satisfecha por haber resuelto el asunto que la trajo hasta este lugar, María se levanto pesadamente de la silla, agradeció a los presentes y se marchó a continuar con su vida de matriarca, pues dirigir las vidas de sus hijos, nueras, nietos y empleados de su cadena de restaurantes no era tarea fácil, pero como le divertía.
Mateo una vez mas agradeció a los espíritus protectores y comenzó a conversar con aquella mujer que se encontraba en la silla a mi lado, ella reclamaba que por tercera vez venía a estas sesiones y su padre no se manifestaba.
Solo cuando habló noté realmente a esta mujer que había estado a mi lado todo el tiempo, no tendría mas de treinta años, era alta y delgada, con la piel de aquel color cobrizo que denota la mezcla de razas, su cabello negro caía con delicadeza sobre sus hombros, sus fuertes cejas denotaban un ancestro ibérico y en sus ojos había algo que me resultaba sumamente familiar pero que no lograba definir.
Mateo me dirigió una mirada como si quisiera ver a través de mi, suavemente con la voz de un actor de novelas de radio comenzó a hablar como si quisiera comunicarse con la pared que estaba a mis espaldas.
- Roberto, tu hija Carolina, desea saber por que no puedes descansar, que te mantiene atado a este plano, habla por favor, déjale saber que es lo que te atormenta.
Me llamo mucho la atención que esta mujer tratase de comunicarse con un espíritu que se llamase igual que yo.
- Roberto, continuo diciendo Mateo viendo la pared a través de mi, piensa en como llegaste aquí.
Esta vez me sentí aludido y trate de recordar mis pasos desde que tome la decisión de venir y el momento en que me senté en esta silla y no pude recordar nada, la cabeza me comenzó a doler mientras me esforzaba por recordar, las cortinas cayeron dejando entrar la luz de la tarde que casi me deja ciego, en ese momento una sucesión de eventos comenzaron a desarrollarse en mi mente que viajaba a toda velocidad, pude ver el día que conocí a Gloria, nuestro noviazgo, el día de nuestro matrimonio, nuestros encuentros y desencuentros, el día que me dijo que estaba embarazada y el día que nació Carolina.
De ahí los ojos, eran los ojos de Gloria. La cabeza en este punto ya me estaba a punto de estallar y en ese punto me pude dar cuenta de que el Iphone y la Laptop eran de Carolina y yo había sido quien los destruyo en un ataque de frustración. Pensé en el accidente y como Gloria me dijo que todo estaría bien hasta que perdí la conciencia y no supe mas del mundo, pensé como quede vagando por meses sin rumbo fijo y como finalmente llegue a la casa de Carolina donde cada objeto me recordaba a su madre, pensé en los celos de Gloria que me atormentaban y solo ahí comprendí que no eran celos, aquella presencia constante era su forma de hacerme entender que no había logrado desprenderme de esa vida a la cual me aferraba con todas mis fuerzas y que no me dejaba avanzar.
Al reconocer mi verdadera situación, todo fue distinto, la habitación se lleno de luz y Gloria sentada en la silla al lado de Carolina me sonrió como lo hizo tantas veces, se levanto y tomándome de la mano, me llevo con ella.
Antes de salir de la habitación con aquella mujer maravillosa, agradecí a Mateo y le pedí que dijera a Carolina que la amaba y que le agradecía haberme ayudado a encontrar mi camino.
No se que nos depara el destino a Gloria y a mi, pero lo que venga de aquí en adelante solo puede ser bueno, finalmente estamos juntos.
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