I Ran

Flock of Seaguls: I Ran (http://www.youtube.com/watch?v=BJ7NVjZ-Eyg)


Cuando la gente comenzó a levantarse de sus asientos, Ignacio se quito los audífonos y pudo escuchar el llamado por los parlantes, se los coloco de nuevo y se levantó del suelo, recogiendo sus cosas con la inercia de aquel esfuerzo.  En su Ipod, Flock of Seaguls cantaban I Ran y mientras caminaba hacia la fila que se formaba, sonreía complacido por la ironía, "I never thought I'd meet a girl like you;  Meet a girl like you" la verdad nunca pensó en su vida que este viaje, rutinario e insignificante por demás, lo llevaría a descubrir una mujer como aquella que horas antes había despertado a su lado en ese hotel de Guayaquil.

La gente se arremolinaba y a Ignacio le divertía fijarse en las diferencias, aunque estaba en un país latinoamericano se notaba a leguas que no era Venezuela.  No solo por el acento y la fisionomía que eran diferencias evidentes, todo el rollo en general era distinto, había algo en el trato, una  especie de calma que le era extraña y que no le terminaba de cuadrar.   Los últimos días habían sido bastante agitados, desayunos en el Hotel, viajes al Puerto a supervisar operaciones de los buques que se encontraban en operaciones de descarga, almuerzos rápidos, mucho calor y la maldita humedad, una humedad como solo sintió en Puerto Ordaz y Nueva Orleans. 

Las noches de Guayaquil ya eran otra cosa, después de un baño y un buen descanso en su hotel, Ignacio tomaba un taxi y se dirigía al Bankers Club, uno de esos lugares que solo pueden existir en nuestro continente, un lugar ubicado a orillas del río Guayas, en el último piso de una torre moderna y lujosa.  Un club de aquellos súper exclusivo, decorado como los clubes de Lords Ingleses, un pedazo de Londres en medio de este calor tropical, con una cocina espectacular y los mejores destilados que el dinero (mucho dinero) podría comprar.

Conocer lugares como ese, era una de las ventajas de su trabajo, Ignacio lo sabía y lo disfrutaba, de la misma forma que disfrutaba viajar en primera clase y no tener que hacer esa fila que había formado frente a la puerta de aquel aeropuerto.  Mientras caminaba hacia el cartel que decia First Class se perdía en su canción "With auburn hair and tawny eyes; The kind of eyes that hypnotize me through" por que así era ella, ojos que le dejaron inmóvil cuando los vio por encima de la mesa donde cenaba con aquellos hombres de negocio que se deleitaban haciendo alarde de lo que tienen, ella sentada a unos puestos de distancia no decía nada, solo se limitaba a sonreír y disfrutar de aquel ceviche celestial que les sirvieron como entrada.

En medio de las risas y la charla, un leve giro de cabeza y sus miradas se cruzaron.  Ella bajó la mirada y trató de concentrarse en su cena, pero ya era tarde, ese encuentro de miradas amenazaba con crecer y arrollar a cualquiera que tratará de interponerse, desde la esquina de aquellos ojos color miel, Ignacio podía sentir que era evaluado, medido y confrontado a miles de posibles implicaciones y escenarios, sentía que su futuro estaba siendo decidido con cada cucharada de Chupe de Camarones que esa mujer se llevaba a los labios, gruesos y rojos que prometían amor y placer.

La chica de la Aerolinea le sonrío desde la distancia, no era una mujer fea, pero ciertamente el exceso de maquillaje no la ayudaba, como tampoco aquel uniforme al estilo de azafata de los años cincuenta, que no se adaptaba a ese cuerpo pequeño y redondo.  Se acerco a ella y le extendió el Borading Pass, "And I ran, I ran so far away" ese coro se repetía en su cabeza mientras guardaba su parte del ticket en un bolsillo, estaba huyendo, corriendo lo mas lejos posible de aquella mujer.  

Cumplidos los formalismos de la cena, cada uno busco acercarse a aquellos que en su opinión podrían significarles un buen negocio, Ignacio por su parte se quedo sentado observando a aquella mujer, cabello negro, largo y liso, con facciones suaves que le recordaban a aquella princesa de película de Disney, Pocahontas.  Desde que llego, con el resto del equipo administrativo de sus anfitriones, no le había quitado los ojos de encima, era una mujer que fácilmente podría rondar los cuarenta años, pero con un cuerpo logrado a fuerza de ejercicios, eso se notaba en la aquella piel tersa y firme.  

Cuando todos encontraron su lugar, Ignacio se acerco a ella con la excusa de hablar sobre unas facturas pendientes, ella decidió seguir aquel juego con la sutileza  que solo una dama de su edad ha acumulado gracias a la experiencia; le abrió espacio a su lado y lo invitó con la mirada a sentarse.  Ignacio inmediatamente se sentó a su lado y sin querer, rozó con su mano aquella pierna que invitaba a ser tocada.  Inmediatamente vio como un escalofrío recorrió aquel cuerpo, dejando en evidencia que la atracción era mutua, por lo que Ignacio impulsado tal vez por la adrenalina, tal vez por los whiskys, acerco su rostro hasta aquel cuello y con suavidad susurró una sola palabra, vamos.

Con aquella técnica de ilusionista, perfeccionada luego de años de frecuentar reuniones aburridas, Ignacio se levanto sin hacer ruido y simulando ir al baño, se desvió en el último instante, marchó hacia la entrada del club y esperó, esperó minutos que le parecieron horas y cuando ya pensaba regresar a su asiento en aquella mesa aburrida, pudo ver que aquella mujer caminaba apresurada a su encuentro.  Sin perder tiempo llamó al ascensor, el cual llego casi al mismo tiempo que ella, entraron como dos desconocidos y al cerrarse la puerta comenzaron a acercarse, lentamente al principio, hasta que sin poder contener aquellas ansias, se empezaron a besar.  Ella le mordía los labios con fuerza y él le apretaba las piernas como si quisiera probar el umbral del dolor de aquella mujer.  Al abrirse el ascensor caminaron apresuradamente, ella guiando a Ignacio hasta que llegaron a un auto negro, ella buscaba con desesperación las llaves mientras él le mordisqueaba el cuello y las orejas, la alarma sonó y los seguros abrieron, juntos subieron al auto y como pudieron se lanzaron al asiento trasero.  

Quitarse la ropa en ese auto no fue cosa fácil, tropezaron varias veces y las risas no se aguantaban con cada golpe involuntario, pero pronto estuvieron listos y ella sin decir una palabra paso sus piernas sobre Ignacio y se dejo caer sobre su regazo.  El primer intento no dio resultado por lo que ella, con una mano, tomo aquel miembro y lo coloco entre sus labios mojados, dejando que suavemente se deslizara hasta que estuvo todo dentro.  En ese momento se desato una batalla dentro de ese auto, ella cabalgaba con fuerza, producto de aquella lujuria contenida que ahora encontraba desahogo, el mordía, chupaba con fuerza y besaba aquel cuerpo que le provocaba devorar, en un arrebato de pasión la tomo del cabello mientras le besaba los pezones, en ese momento sintió como aquel cuerpo se estremecía de placer y un río le mojaba las piernas,  esta sensación le hizo perder la concentración que hasta ese momento le contuvo y sin poder controlarse mas, acabo en ese cuerpo, que caliente se estremecía en espasmos de placer.

Caminando por la manga pronto fue recibido por una aeromoza a la cual el uniforme le quedaba como mandado a hacer, una mujer alta y sin ningún chance de ser de estas tierras calientes, su apariencia era mas bien nórdica, escandinava tal vez, pero con aquel acento de niña de clase alta bogotana que le encantaba escuchar desde la época en que asistía a los "rumbeaderos" del parque de la noventa y tres.  "A cloud appears above your head;  A beam of light comes shining down on you" caminando por el pasillo confirmó el numero de asiento y se sentó, las piernas apenas le respondían y la sensación de resaca, boca seca y dolor de cabeza lo atormentaban, "The cloud is moving nearer still. Aurora borealis comes in view" el amanecer no fue sencillo, abrir los ojos fue un acto de fe y dejar aquella habitación con la certeza de nunca mas ver a aquella mujer le mató un poco, una de esas pequeñas muertes que se suman y se suman y al final se juntan para liberarnos finalmente.

Salieron de aquel estacionamiento y recorrieron Guayaquil en aquel auto negro a toda velocidad, hasta  que llegaron al hotel, se bajaron y cruzaron el lobby tomados de la mano como enamorados y rápidamente se escabulleron al ascensor, no podían ni querían separarse, se tocaban y besaban con la certeza de que sería la única oportunidad que tendrían, corrieron por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación y la abrieron a toda velocidad, cerrándola de un portazo tras de si.  Llegaron a la cama con dificultad, la ropa se convirtió en la estela que dejaron en su avance y sobre la cama se amaron con pasión hasta que el sol comenzó a iluminar aquellos cuerpos bañados de sudor.

"Reached out a hand to touch your face; You're slowly disappearing from my view", Ignacio se deleitó unos minutos con la visión de ese cuerpo maravilloso tendido a su lado, acarició ese cabello fuerte y abundante y sin interrumpir ese sueño divino se levantó y camino al baño sin hacer ruido.  Durante unos minutos miró su imagen en el espejo y se le ocurrió que ese rostro no era el suyo, que ese cuerpo no era él y que esa vida no era real, era un pasajero en una nave desconocida, un turista en un país extraño, desconocido y hostil que constantemente era amenazado con ser expulsado para siempre, para volver a aquel lugar del cual nunca debió salir.

Ya en su asiento se relajó justo antes de que empezara la procesión de pasajeros que viajarían en la clase económica, se divirtió un rato imaginando historias para cada uno de ellos, desfile de lugares comunes y de historias aburridas, historias que nunca serían la mitad de lo vivido por el en sus cortos treinta años. "Reached out a hand to try again; I'm floating in a beam of light with you". Pensó otra vez en aquella mujer que dejo dormida en esa habitación, sin pasado y sin futuro.  La aeromoza le trajo una mimosa que saboreo como si nunca hubiese tomado algo tan delicioso en su vida.  Mientras el piloto daba las ultimas indicaciones, el sueño comenzó a ganarle la partida, recostó la cabeza en la almohada que le había entregado aquella rubia fascinante, acompañada por un papel con su numero de teléfono en Bogotá, mientras escuchaba los últimos acordes de su canción favorita... "And I ran, I ran so far away. I just ran, I ran all night and day. I couldn't get away".  






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