El Vino

Nadie pensaría que tantas cosas comenzarían con una fruta inocente como la uva, aquel fruto de la vid, que se recoge cuando esta maduro y luego de ser seleccionado es pisoteado por pies descalzos o artilugios mecánicos, para liberar el elixir que luego descansará en barriles de madera para esperar que ocurra aquel milagro por el cual el azúcar se convierte en alcohol, delicioso veneno que como decía un amor perdido "Mata lo vivo y conserva lo muerto". El vino desde siempre fue para Ignacio una bebida próxima, complemento obligatorio de una cena a la luz de las velas, de una parrilla con amigos o simplemente de un rato de relax sentado con una copa en el frente de la casa, observando las estrellas y jugando a ser feliz por un instante.También tenía un significado místico, pues como buen católico, de niño aprendió que el vino era nada menos que la sangre de Cristo, aquel joven judío de profesión desconocida que murió crucificado por sus ideas revolucionarias y seguramente algún expediente por adulteración de bebidas alcohólicas, abierto por aquellas famosas bodas de Caná de Galilea, en las cuales sin permiso sanitario y sin pagar los impuestos de ley, se encargo de mantener viva la rumba para todos los invitados transmutando el agua contenida en 6 tinajas de barro en vino. Esos diasque corrían la vida era extraña, Ignacio estaba en el tope del juego profesional, vivía en hoteles de lujo y frecuentaba los círculos mas altos del poder, extrañaba a sus hijos pero era feliz estando lejos de su mujer, como un presagio de los tiempos por venir se entregaba a esa vida de hombre solo que nunca conoció. Ellallego a la oficina a las cuatro de la tarde, se sentó en la silla de visitantes frente a su escritorio y cruzando las piernas le regalo a Ignacio una sonrisa cómplice. Conversaron de muchas cosas, de la vida y del tiempo que estuvieron sin verse, era una amistad de larga data, amistad que sabían jamas llegaría a nada a pesar de la atracción que sentían el uno por el otro. Para ella, el matrimonio fracasado de Ignacio era un peso muerto que no quería llevar sobre sus hombros, pero sin embargo se mantenía cerca por aquella necesidad de estar cerca de aquellos que consideramos afines. Laconversación fue evolucionando, la asistente de Ignacio antes de irse les llevo un par de tazas de café, aprovechando la interrupción decidieron dejar la formalidad del escritorio y continuar aquella reunión en el sofá ubicado en la amplia sala que desde las alturas dominaba parte de la ciudad. Al salir la asistente de Ignacio, cerró tras de sí la puerta, para darles mas privacidad. El tono de la conversación se fue relajando y los cuerpos se fueron acercando, al principio roces sin intención, miradas que se cruzaban y manos que se buscaban. En medio de un silencio, las bocas se juntaron en un beso, al principio suave como buscando reconocer aquella boca extraña, el sabor de esos labios, luego mas profundos y apasionados. Los cuerpos calientes se apretaban y las manos reconocían diferencias en ese cuerpo ajeno, que aunque habían visto muchas veces jamas tocaron. Conscientes de que el lugar no era el mas indicado, se separaron suavemente, se miraron a los ojos y se besaron con ternura para luego reír a carcajadas como niños al saberse descubiertos en aquella intención que les pesaba y no dejaron aflorar por tantos años, se abrazaron y luego de unos instantes decidieron continuar aquel encuentro en un evento, una cata de vinos a la cual habían sido invitados y que era la excusa perfecta para continuar este momento, este descubrimiento de algo que aunque por años estuvo presente, fue dejado en la oscuridad para poder mantener la ilusión de amistad que compartían. Cada uno marcho a prepararse para la noche, Ignacio fue a su hotel y se baño, llamo a su esposa y habló con ella y sus hijos, las conversaciones con ella se habían convertido en un suplicio pues implicaba un ejercicio de hipocresía controlada y mentiras descaradas, se despreciaban mutuamente y sin embargo se veían obligados a mantener esa apariencia de normalidad que les laceraba el alma. Salvado el requisito de aquella llamada infame, Ignacio se quito la ropa y se acostó en la cama, descansó un rato y pensó en aquella obra de teatro en que se había convertido su vida, eran tantas versiones de su vida que existían, que ya era difícil descifrar cual era la real. Con este pensamiento en la cabeza se levantó con mucho esfuerzo y camino hasta el baño, el tacto de la alfombra mullida en sus pies lo reconfortaba y entregado a esa sensación dejo que su mente borrara todos los pensamientos que le impedían disfrutar del presente.Entro al baño, abrió el agua caliente y dejo que su cuerpo recibiera ese baño que arrancaba poco a poco todas las energías negativas que esa llamada le había dejado, se lavó el cabello y como si tallara su cuerpo en un pedazo de madera se enjabonó, con calma y sin ningún apuro, sintió cada palmo de su anatomía y dejó el tiempo pasar hasta que sintió que estaba libre de todo lo que le pesaba. Se seco frente al espejo empañado mientras veía como su imagen comenzaba a aparecer entre la bruma, se peino, se regalo una afeitada y se puso el desodorante y el perfume que tanto le gustaba a esa mujer con la que pronto se reuniría. Escogió con mucho cuidado la ropa que se pondría esa noche, una camisa blanca manga larga, un jean, zapatos casuales, coloco todo sobre su cama y comenzó a vestirse disfrutando del tacto de la alfombra en sus pies, se reviso en el espejo y se sentó a tomar un whisky mientras esperaba la llamada que le avisaría que era el momento de bajar. El tiempo paso lentamente y cuando sonó el teléfono, sintió dentro de si aquella alegría que se siente cuando niño por las cosas mas simples, se levantó de su silla y bajo al lobby del hotel. Al llegar la pudo ver, era todo lo que siempre vio pero ahora con un aura especial, con aquel brillo especial que tiene lo que sabemos nuestro, radiante y sonreída, honestamente feliz de verle y ansiosa por aquella velada que compartirían, por primera vez como algo mas que amigos. Se dieron un beso en la boca como dos adolescentes y compartieron una risa nerviosa que intentaron disimular, se tomaron de la mano y caminaron hacia el estacionamiento en silencio, sonrientes y felices de compartir ese secreto que solo ellos conocían. El camino al evento lo hicieron tomados de la mano, jugueteando con sus dedos entrelazados, escuchando música como si tuvieran una vida juntos. Llegaron sonrientes y felices a su destino, una vieja amiga los esperaba en la puerta y luego de las presentaciones de rigor comenzaron a compartir y disfrutar de la velada. El vino comenzó a correr y con cada copa crecía la euforia que sentían, ese evento era una isla perdida en un mar desconocido, allí podían celebrar su encuentro lejos de las miradas indiscretas y con la seguridad de saberse protegidos. Se abrazaban y aprovechaban cada oportunidad que tenían para tocarse, abrazarse, sentirse mutuamente, besarse y juguetear como adolescentes. Ella lo miraba con fascinación y él, desacostumbrado a este tipo de atención, se entregaba a esa sensación de plenitud que le embargaba, disfrutaba sentirse deseado por una mujer que era al mismo tiempo, hermosa,simpática e inteligente, una mujer que había deseado muchas veces y que ahora por fin sería suya. La velada avanzó con la velocidad de todo aquello que es contrario el tedio,dejándolos abandonados a su suerte mucho antes de lo esperado. Corrieron al auto riendo y danzando y marcharon hacia un lugar nocturno a continuar aquella fiesta. El lugar estaba abarrotado de gente, ya Ignacio comenzaba a mostrar los signos evidentes de una borrachera bastante considerable y sin embargo no quería perder la oportunidad de seguir celebrando este encuentro. Al entrar su compañera saludo a un grupo de personas y le dejo ahí, mientras buscaba un par de whiskys. Ignacio comenzó a sentirse mareado, las caras desconocidas salían de foco y el esfuerzo por entender lo que decían le hacia doler la cabeza. Cuando su compañera regreso le comentó como se sentía, apuraron el trago que traían y salieron del local para buscar el auto. En este punto ya Ignacio casi no podía mantenerse en pie, subió al asiento con dificultad y se rindió a ese sopor alcohólico que nubla el entendimiento. Al abrir los ojos estaban en el estacionamiento del hotel, su compañera lo ayudo a bajar del auto y lo guío por el pasillo hasta el ascensor, lo acompaño hasta la habitación y le ayudo a quitarse la ropa y acostarse, Ignacio rendido cerró los ojos y durmió.Al recobrar la conciencia, Ignacio se dio cuenta que algo era distinto, su cama estaba tibia y al extender su mano pudo sentir aquel cuerpo caliente a su lado, instintivamente se abrazo a ella rodeándola con el brazo. Ella al sentir a Ignacio se acerco y juntos se fundieron en un abrazo tierno y suave. Ignacio despertó y se dio cuenta que ella seguía ahí, no había sido un sueño sino por el contrario una realidad deliciosa que amenazaba con terminar, de la misma forma como la noche termina al despuntar el día. Sin perder un segundo la tomo por el hombro y suavemente le dio la vuelta hasta quedar cara a cara, ella abrió los ojos y lo beso, se abrazaron y bajo las sabanas terminaron de perder la poca ropa que aun conservaban, ella recostada en la cama separo sus piernas para recibirlo, él con su miembro duro rápidamente encontró el camino hacia aquel sexo, caliente, húmedo, lo penetró y sintió todo ese calor rodeándolo, recibiéndolo con ternura y pasión, sentía como aquel cuerpo, hasta ese momento desconocido, temblaba de placer con cada penetración. Se besaron con pasión en la boca y en cada rincón de sus cuerpos calientes, se amaron con pasión, mordieron, apretaron, lucharon con fuerzas y en momentos con suavidad durante largo rato, hasta que juntos terminaron en un orgasmo largo e intenso, culminación perfecta para su encuentro. Quedaron abrazados, satisfechos, acariciando sus cuerpos con suavidad, como amantes de larga data, sintiendo el frío del aire en sus cuerpos calientes. Estuvieron así hasta que la tensión no se aguanto y se volcaron una vez mas a amarse con pasión, hasta que extenuados se rindieron al sueño, completamente saciadas las ansias contenidas durante tantos años. Al despertar, Ignacio se dio cuenta que aquella mujer que amó con locura y con pasión se había marchado dejando un vacío en su cama y en su alma que nunca nadie podría llenar.

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