El Vampiro
Un cuarto para las cinco, eso era lo que se leía en el reloj del Iphone. Haciendo un esfuerzo sobrehumano Ignacio se levantó a orinar y regresó a la cama, solo que en lugar de acostarse se desvió hacia el amplio ventanal que dominaba la bahía que se extendía a los pies de su montaña.
La luna que refulgía con fuerza la noche anterior se había ocultado por completo, una oscuridad impenetrable servia de preámbulo para el amanecer.
Ya algunas aves anunciaban que el alba estaba próxima por lo que Ignacio, dio la espalda a aquel mar cubierto de oscuridad y se metió entre las sabanas.
Casi de inmediato se vio al volante de su auto, conduciendo por una carretera desconocida, que sin embargo se formaba de retazos de otras que habia recorrido muchas veces en su vida, lo que le dio la pista de que lo que veia no era real, sino por el contrario una fabricacion de su mente. Estaba dormido.
Aun con la certeza de estar viviendo una irrealidad se dejo atrapar por el entorno, pronto a su lado estuvo de copiloto la mujer mas bella que vio en la vida, riendo, hablando acerca de temas que ya conversaron miles de veces pero que con su acento, su mirada y el tono de su voz eran tan interesantes como la primera vez.
Con la mano le tocó el rostro y ella entre risas se desvaneció, en diminutas partículas de polen que se escaparon por la ventana, dejando un rastro de colores por el camino recorrido, convirtiéndose en miles de flores, de todos los colores posibles, un arcoiris que se extendía a todo lo largo y ancho del ambiente circundante.
Se detuvo a un lado de la carretera y pudo ver un rio que corria paralelo a la via principal, se bajó del auto y camino los metros que le separaban de la orilla. Al llegar al agua, pudo contemplar su rostro en ella, era el rostro de un hombre mas joven, tal vez unos diez o doce años menos de lo que tenía ahora, se reconoció y se ubico en aquel tiempo que compartieron juntos, ella lo abrazo desde atrás y le beso el cuello justo abajo de la oreja, susurro unas palabras y salió corriendo hacia el auto.
En ese momento Ignacio despertó satisfecho, aquel recuerdo le había dado todo lo que necesitaba para seguir adelante, para continuar el camino así, en solitario.
Ignacio se había convertido en un vampiro emocional, que vivía de chupar la sangre a ese recuerdo, era su fuente de alimento, un muerto viviente, incapaz de conectarse con nada que no fuese aquella imagen difusa, que se mantenía viva en su memoria.
Se levantó de la cama, entró al baño y se alistó para salir a trabajar, con la convicción de que mientras se aferrase a ese recuerdo, no necesitaría nada más.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por su comentario, en breve será publicado